Napoleón y la propaganda.
No fue Napoleón quién utilizó por primera vez la propaganda como eficaz arma de guerra, en conflictos anteriores como la Reforma Luterana o la Guerra de

Flandes la imprenta y los grabados contribuyeron a crear leyendas negras, amarillas y rosas… que fueron cruciales en el desarrollo y desenlace de los mismos. Sin embargo en los comienzos de la edad Contemporánea el Emperador francés supo manejar la prensa, desarrollada en la vorágine revolucionaria, para ensalzar su figura y sus gestas. De esta forma el periódico Le Moniteur Universel se convirtió en el boletín oficial de la Francia imperial.

Además se rodeó de una serie de artistas como David, Ingres, Gros o Canova consciente de la importancia de la imagen simbólica del poder. Los cuadros y las esculturas contribuyeron a confeccionar una visión heroica de su persona y sus conquistas, a la par que legitimaron su poder.
Cuando analizamos la imagen de Napoleón en el trono imperial que pintó Ingres en 1806 vemos que:
“La hierática pose frontal está dispuesta a la manera de las tallas de marfil bizantinas y altomedievales de gobernantes cuasi-divinos. El rostro del emperador parece una máscara y presenta una palidez de cera; toda la figura esta aprisionada dentro de una rígida geometría que halla su último punto de referencia en las representaciones antiguas de la colosal escultura de Zeus, esculpida en oro y marfil por Fidias, como la imagen de culto en Olimpia.”[1]
Pero no siempre acertaron los artistas en su representación, a Napoleón no le agradó esta pintura que consideró demasiado arcaizante y rígida.
[1] Thomas Crow “Patriotismo y virtud: de David a Ingres” en S. F. Eisenman Historia crítica el arte del siglo XIX, Akal, 2001
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